Teatro es cuando levanto
un muñeco de arroz en los brazos empolvados
y lloro dentro de una camiseta negra
un racimo de golpes.
Cuando digo que
soy la madre de las manzanas o un tigre arrodillado ante un rifle azul;
y en las hebras aplaudidas, esa que casi soy
saca del estómago una hortaliza de angustia y un abecedario ronco.
Pero si de mis tetas estratégicas
a mis pozos
apareces
desnudo en autopsia refleja,
porque es la etiqueta de acero en la que ya no cuento y me despido de ti
con las gafas de sol en el hígado,
sin maquilladores ni sastras, ni ministerios ni ensayos,
es entonces cuando digo:
esto es mi grito y mis rodillas.
Esto es mi ortopedia líquida.
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